viernes, 16 de marzo de 2007

Mea culpa

He estado releyendo el apunte de ayer y no hago más que preguntarme si no debiera darme vergüenza. Víctima de las humanas contradicciones, he caído en la peor de todas: la moral. Porque, digo yo, ¿esto qué importa?, ¿qué más me da a mí que un sujeto apodado Azuaga se lamente del horror de ciertas horas, al parecer sombrías, de su vida?, ¿qué tienen sus horas de especiales?, ¿no será que el tal Azuaga se nos ha vuelto víctima del narcisismo del bienestar de que tanto se quejaba?

Este yo, amanuense de los atardeceres, escribía el pasado 27 de febrero (“Siempre Don Quijote”): “El ‘síndrome del ombliguismo’ causa estragos. Una cosa es que pensemos y defendamos, con uñas y dientes, la imprescindibilidad de todos y cada uno de los seres humanos, y otra muy distinta que nos creamos ‘ombligo del mundo’, eje incontestable de rotación de las grandezas y miserias del planeta”. Querido y patético yo, a ver si nos aclaramos: no es de recibo proclamar tales cosas y quince días después quejarse, abusando de la paciencia de la poesía, de no sé qué opacidad y tristeza en tus días. Amigo mío, tus días no son más que la seismilmillonésima fracción de los días de los hombres actuales. Si tuviese que calcular el decimal de tu tristeza en referencia a las cotidianas tristezas del mundo, puede que ni siquiera supiese escribirlo.

El atardecer de ayer es un ejemplo de lo que nunca debe hacerse; por dignidad personal y por respeto a los otros. No lo borro porque quiero que no se me olvide su flaqueza.

Guarde para sí el tal Azuaga sus lamentos y siéntese en alguno de esos bancos de que a veces habla a contemplar la luz de la tarde. Aunque sea un día nublado como hoy, aunque tenga que inventarse el Sol más allá de las nubes que con su gris indiferencia se lo niegan.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No es para tanto, Azuaga. Borraríamos de un plumazo toda la poesía (tan subjetiva) y mil cosas más.

Antonio Azuaga dijo...

Gracias una vez más, amigo de Cartago. Me alegra que te encante el poema; pertenece a la última parte (“Los días de la nada”) de la selección que te envié. Pero los retratos del alma sólo valen en poesía donde, como bien dices, poco haríamos sin la subjetividad. Aquí no debiera haber entrado (el soneto de la sonrisa fue una excepción que, además, no resultaba contradictoria con el blog).

Anónimo dijo...

Permitidme que tercie. También, el tal Azuaga, ha escrito: "La práctica de la espeleología en la propia alma está llena de riesgos y sobresaltos; aunque también, no vamos a negarlo, es un deporte de lo más saludable y de muy rara frecuencia" Creo que no hay contradicción alguna. Que estés conforme en mostrar o no ciertos rincones es otra cosa; pero el tal Azuaga no se contradice: es como es... Afortunadamente.

Antonio Azuaga dijo...

Lo que es el tal Azuaga es un roble viejo con demasiados otoños encima.