lunes, 1 de octubre de 2007

Teleologismo vírico

Hoy no estoy para nadie. Y cuando digo esto, es que tampoco estoy para mí. Así que, si me llamo, me colgaré el teléfono con cajas destempladas. Todo por un animal catarro, y vaya lo de “animal” porque, que yo sepa, los ángeles no se constipan. Vamos, que hoy no tengo ángel y sí la nariz tapada. Incluso, la boca abierta, como un pez tonto que ha mordido el anzuelo de un miserable ser que es un casi-no-ser-vivo, que es un virus.

¿Cómo puede una entidad de tan precaria ontología tener tan mala uva? Por desgracia, la ciencia empírica se apartó de los cánones aristotélicos; es decir, enterró las causas finales, que son de difícil medición y de dificilísima interpretación. Consecuentemente, la ciencia, después de su revolución, se fue a lo fácil, que es la derivación más inmediata de la navaja de Ockham: si el quehacer de la naturaleza se rige por una metafísica sencillez, no va ella a complicarse la vida buscando tres pies al gato (seis, en el caso de Schrödinger). ¡Así cualquiera!

Pero, claro, esto a mí no me resuelve nada. Lo que yo quiero saber es por qué los virus tienen tan mala leche (perdón que lo diga así, pero es que, como no respiro, por lo menos me desahogo). ¿Qué sacan ellos de que, por su culpa, hoy yo no esté para nadie? ¿Qué beneficio obtienen de ponerme estas barricadas en las narices por donde no puedo desalojar ni el humo del cigarro que, contra todas las prescripciones facultativas, me estoy fumando?

Por si fuera poco, en algún rincón de estos apuntes recordé mi deseada identificación con aquello que decía Nietzsche: mi genio está en mi nariz. Estoy apañado: no sólo no puedo respirar, sino que, además, de genio, nada. Nada de nada. Es decir, el puñetero virus me asfixia y me vuelve idiota.

Parece bastante comprensible que hoy no esté para nadie.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Cuídate, Antonio! La naturaleza es así. Tú, esos virus, y yo, ahí fuera, unas chicharras o lo que sean que no me dejan en paz. Ya sé: me lo cambiarías; pero me temo que con ellas va el calor y...

Antonio Azuaga dijo...

Ni en broma; si “con ellas va el calor”, ni en broma. Aunque sean más ontológicamente densas, me quedo con el “poco ser” de los virus. Hoy, aquí ha llovido y hace algo de fresco. Y yo me he puesto “de negro riguroso”. Como es debido, vamos, ¡como es debido!

Máster en nubes dijo...

Buenas tardes, Antonio.

Lo que me he reído con esta entrada. Pues sí, los virus tienen muy mala idea y además vienen cuando menos se los espera. A mí en vacaciones siempre.

Ejem, una pregunta ¿te has acatarrado este curso ya?, ¿pasaste la gripe de este año? ¿O estos fríos mantienen a raya catarros y gripes? Mira que si lo estás pasando ahora y te doy la vara cuando no estás para nadie...

Un beso y un abrazo, Antonio

Aurora

Antonio Azuaga dijo...

Pues no, Aurora, este curso nada de nada, ningún superávit mocoso. Debe de ser porque yo he interiorizado lo de la crisis. Así que, austeridad nasal. Hay que ahorrar y no están los tiempos para gastos innecesarios. Vamos, que soy un tío ejemplar; no como esa gente derrochona que va salpicando el mundo por doquier. Aunque, si te soy sincero, estoy tocando madera con el dedo meñique, que es uno de los otros cuatro que no me sirven para nada cuando me pongo ante un teclado. ¡Mecanógrafa torpeza!

Un beso.