Sólo queda decir algunas cosas,
saldar alguna que otra servidumbre
que me quede pendiente –¡esa costumbre
de adquirir bajo crédito las rosas!–.
Y empaquetar las noches más lujosas
que decidió el amor, la certidumbre
del beso que se nace pesadumbre
al alba del olvido de sus diosas.
Y poco más. Dejarme de faenas,
de quehaceres, al yugo de mi noria
de año en año, tras unas y los otros.
Sólo queda embalar mis cuatro penas,
retenerme algo más en su memoria…
y soñar que he vivido entre vosotros.
(octubre, 2007)
2 comentarios:
Perfecto cierre. ¡Y esas rosas a crédito! Aunque siempre queda más, Antonio.
No estoy muy seguro de que sea mucho más.
Gracias, Julio.
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