viernes, 19 de octubre de 2007

Ciudades de ignorancia

...una cierta sustancia que participa de la razón y es adecuada para el gobierno de un cuerpo.

"De quantitate animae". Agustín de Hipona


Estoy aquí por ti, lo reconozco, porque tienes el vigor de cargar conmigo, de elevarme cada día hasta el punto más alto a que llegan tus fuerzas, porque a veces incluso, contra todo tu cansancio, me mantienes si pido que lo hagas. Estoy aquí, sin duda, porque tú te empecinas en hacer circular la vida por todas las barriadas de esa ciudad tan mía que me hospeda.

Pero yo no soy esa ciudad. Lo siento. O no lo siento probablemente. Que tu herida me duela es tan sólo un compromiso comprensible: no te voy a dejar en la estacada en momentos en que te van mal las cosas. Lo menos es que sienta si tú sientes, que me abrume tu postración, tu enfermedad, tu deterioro… Sin embargo hay dolores sólo míos, posesiones terribles de las que tú nada sabes, penas que me llevo, con un digno silencio, a las noches en que tú descansas tu fatiga. Ni siquiera las dejo que te pasen factura de imágenes en sueños, ni siquiera permito que se enreden en ese laberinto de neuronas de que a veces se escapan las palabras.

Estoy aquí por ti, lo reconozco, hollando el patrimonio de tus calles, confuso en ocasiones, con noticias de otras ciudades habitadas por otros desconciertos, por otras soledades hospedadas, por otras penas que no quieren decirse. Al cabo yo las sé, como ellas me saben. Pero tú me desconoces igual que ellas se ignoran.

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