jueves, 10 de mayo de 2007

Naturaleza agradecida

Tal parece que lo hubieran leído. Y se lo hubieran contado unas a otras. Y hubieran decidido corroborar la estética de esta primavera con su púrpura colectividad incalculable. Se me han alegrado las aburridas distancias cotidianas con su proliferación, que este año se me antoja extraordinaria. Automovilistas más ajenos, menos ocupados que yo en contemplar la metamorfosis roja que de pronto ha caído sobre los solares de todos los días, asfixian el claxon y se encienden y rebasan mi automóvil haciendo gestos de dudosa cordialidad. Y es que a veces, casi sin darme cuenta, aminoro la marcha, entontecido, como queriéndome hacer sólo ojo, sólo pupila, sólo mirada. Espectáculo al amanecer, al mediodía, al atardecer; en atascos al cruzar la M-45 (que no es una galaxia), que ya casi no me importan porque me dan un además al tiempo de contemplarlas mientras Gardel me habla de las madreselvas que le vieron nacer.

Tal parece que hubieran leído aquellas pocas palabras que dediqué –mañana hace un mes– a las primeras, sólo unas poquitas. Y se lo hubieran contado unas a otras. Y hubieran decidido agradecerme el tímido homenaje explotando por todos los caminos por que paso.

Ya sé que no es así, que la naturaleza no es así, que no existe constancia, documentada al menos, de que ninguna rosa agradeciera sus silvas a Francisco de Rioja. Pero, puestos a pensar el mundo a lo romántico, el mundo es voluntad; a lo divino, el mundo es fe; a lo heroico, el mundo es convicción… Así que me lo creo porque quiero y estoy convencido; sea o no un romántico héroe creyente.

Modestas y hermosísimas amapolas, gracias por vuestro espectáculo agradecido.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El mundo, creo, es también lo que pensamos, y prefiero pensar en ese susurrar de una a otra amapola; en su disimulada complicidad para coquetear con quien así las acepte.

Anónimo dijo...

¡Qué bien expresado lo que tantas veces vemos, el milagro del campo en primavera, que nos deja sin palabras para expresarlo! Cuando las cosas nos dan las palabras es que las cosas tienen un plus de verdaderas.