sábado, 26 de mayo de 2007

El cumpleaños del "Duque"

Nos hicimos de una escasez llevadera que consideraba todo un acontecimiento cenar pollo en Nochebuena. Nos hicimos de pasar los inviernos sin más calefacción para toda la casa que una mesa camilla y un brasero de cisco a cuya vecindad nos apuntábamos para escuchar la radio por las noches. Nos hicimos, al parecer, de oscuridades y silencios, de engaños sobre el sexo, de París como nido de cigüeñas comadronas; de grandes ignorancias y pecados por todo. Pero también nos hicimos de sueños bidimensionales y grandiosos en aquellos cines que tenía todo barrio, nos hicimos de héroes que mezclaban la harina de la imaginación y la levadura del entusiasmo en el horno del juego, en el pan de la vida.

Amigo John, hoy habrías cumplido cien años. “Feo, fuerte y formal”, escrito así, en castellano, es tu epitafio. Los héroes que se alzaron en tus hombros, lo héroes que nos enseñaron el valor, la lealtad, la abnegación, la generosidad, el sentido del deber, la hombría de bien… descansan bajo lápidas de humilde, de sincera humanidad. Hasta en esos tres epítetos quiero ver lección dictada para quienes la época nos hizo feos, con una estética corporal de escaso aplauso; para quienes la circunstancia nos volvió fuertes, en buena parte estoicos, acostumbrados a considerar la adversidad como cuota pagadera por la vida; para quienes los sueños bidimensionales nos modelaron formales, serios, amigos de la verdad y el bien, sin eufemismos ni concesión alguna al estándar procaz a que hoy parecen conducir los “nuevos dogmas”, sus cínicos arquetipos.

Llevo días oyendo galopar a tu caballo sobre los cielos tormentosos de este mayo agonizante. A veces he llegado a sentarme en la terraza y me he quedado mirando los relámpagos, como un niño convencido de que no eran sino el cono de luz titubeante de un viejo proyector de cine. Y he esperado, inútilmente, que apareciera un inmenso rectángulo blanco, sobre las nubes de gris-noche, con el reparto de tu última película. No ha llegado a aparecer, pero no importa. A pesar de todas las tonterías que uno ha oído decir a lo largo de su vida contra los escasos sueños que, realmente, merecen la pena, hay pupilas en mi memoria que siguen contemplando extasiadas una puerta que se entorna mientras Ethan Edwards se aleja caminando hacia un desierto de centauros legendarios. Es la puerta, tal vez, que muchos quisieran cerrar definitivamente para dejarnos sólo con la vulgaridad de este patio de butacas, de este rincón de verdades mentirosas y sucias.

Hoy habrías cumplido cien años, feo, fuerte y formal. Felicidades, Duque. Y gracias.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Esa puerta lo dice todo sobre el deber cumplido y la soledad. Tendrían que nacer otro John Ford y otro John Wayne para ver en el cine algo de una belleza y una sinceridad comparables. Pero no nace Homero todos los días.

Antonio Azuaga dijo...

No, por desgracia. Y me preocupa ver crecer generaciones sin epopeya. Pero esto pudiera ser problema de mi presbicia. O de que estoy demasiado fuera del tiempo. No sé.

Máster en nubes dijo...

Iba a pasar a junio, pero estoy tan a gusto en tu mayo que, si no te importa y me lo permites, me quedaré unos días en él.

Cuanto más te leo, más me gusta.

Ay, Duke, Duke, qué hombre y qué razón tienes la pena que da que las nuevas generaciones crezcan sin epopeyas. Yo me pongo westerns cuando estoy baja y necesito confiar de nuevo.

Desde el punto de vista de una mujer, qué sensación de poder apoyarse en ese tronco fuerte y seguro, nada que ver con los niñatos.

Pero vamos a ver ¿cómo se podría comparar a John Wayne con Brad Pitt? Es que no hay color...

Supongo que también te gustará El hombre tranquilo.

Bueno, que me voy por las ramas hoy tan machacadas por el viento.

Te deseo un buen fin de semana, Antonio.

Y te mando un abrazo y el beso diario.

Aurora

Antonio Azuaga dijo...

Re-agradecimientos mil, Aurora.

A pesar de lo que digo en la entrada, también hay héroes epopéyicos ahora, pero con una fundamental diferencia, casi siempre están fuera de mundo real: o son virtuales o son de una Historia inexistente. Aunque lo verdaderamente negativo es la cantidad de “modelos demoledores” con que se alimentan grandes sectores de la juventud y la infancia: es una inconsciencia peligrosísima cuyos resultados, desgraciadamente, ya están empezando a verse.

Y, naturalmente, también me gusta “El hombre tranquilo”.

Besos.