jueves, 3 de mayo de 2007

Mi interlocutor ausente

Lo hizo Byron con Boatswain, un Terranova…

…que poseyó la belleza sin la vanidad,
la fuerza sin la insolencia,
el coraje sin la ferocidad
y todas las virtudes del hombre sin sus vicios…

Lo hizo y, además, levantó un monumento sobre su tumba; con herético antojo al parecer, en el lugar que ocupaba el altar de una iglesia arruinada en la abadía de Newstead, que era una propiedad heredada.

Dios me libre a mí de tal empeño; pero hoy me ha venido de algún rincón de la memoria la vieja compañía de mi ausente Rama, “un Malamute que nunca conoció Alaska y nos dejó un siete de junio, probablemente para vivir donde vivir no pudo”, como decía la dedicatoria del poema que hoy he desempolvado. En fin, que lo traigo aquí porque sí, sin meditaciones ni trascendencias, sólo porque lo queríamos mucho. Y, sin embargo, no era nada más que un animal; aunque hablaba conmigo... Y yo con él.

En tus ojos he visto los días boreales,
que no viste jamás, cuando mirabas
–pensativo, tal vez– la gente indiferente,
urbanamente imbécil, que cruzaba
ante aquella ventana atardecida
en tu frente de ausencia, ensimismada.

Y he visto las nevadas del Gran Norte
cuando llovía en la ciudad callada
a través de tus ojos, de esos ojos
lejanos que al mirar dejaban
un rastro de horizontes inviables,
de glaciares eternos, de distancia.

He visto tantas cosas en tus ojos
que no me hago a mirar sin tu mirada,
sin tu alerta animal de bestia noble
que inventaba paisajes y en la casa
dictaba orografías imposibles
de la memoria breve de su alma.

Y de pronto las tierras se han borrado
del atlas de tu vida, y las escalas
de la ciudad sombría me han vencido
conforme a su medida acostumbrada.

Me aburre pasear por esas calles
ya por tu ausencia cartografiadas.
Y me duele tu vida des-vivida.

Y me duele no hablar con tu mirada.

(junio 1999)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermoso poema, ¡y bien que lo merece Rama!

Antonio Azuaga dijo...

Gracias, Julio. ¿Te acuerdas de la correa en el suelo de aquella casa como límite “infranqueable y respetado” por aquel “noble” animal? Sé de bípedos alopécicos bastante más irrespetuosos con principios más fundamentales. Pero, ya me conoces: tengo más de cuadrúpedo que de lo otro.

Anónimo dijo...

¡Claro que me acuerdo!