martes, 22 de mayo de 2007

Cansancio en el "limes"

A remolque de mí y una vez más cansado, aunque este cansancio de hoy es más convencional, más comprensible para la gente: se trata de un cansancio físico, con esa vulgaridad que consiste en sentir los pies “hechos polvo” o la tirantez en la espalda y la pesadez en los ojos. Creo que tiene la culpa Góngora. Mañana, 23 de mayo, se cumple un nuevo aniversario de su muerte y nosotros lo celebramos últimamente con modestos homenajes a su obra. Alumnos y profesores leemos en un acto público algunos poemas suyos. Este año el Polifemo será la figura estelar. Dada mi constitución, más cercana al cromagnon de Altamira que al cromagnon posmoderno, me han asignado la octava LXII, que es donde el cabreado cíclope aplasta al dulce Acis con “la enorme punta de la excelsa roca”.

La verdad es que estoy deseando que pase mañana. Y no es, ciertamente, por culpa de Don Luis ni de Polifemo, ni de Acis ni de Galatea. Lo que me preocupa es el limes, la vulnerabilidad del limes mientras el claustro celebra al epónimo del centro. Las puertas abiertas en las fronteras son toda una tentación para penetraciones y escaramuzas. Sajones, vándalos, anglos, jutos y burgundios, la tipología de amenazas es plural, variopinta y preocupante. Sobre todo si la función de uno en su actualidad está más cerca de la guardia pretoriana que de las exquisitas elevaciones del alma hacia la sabiduría. De todas formas, con este desear que pase lo que no ha pasado y nos disgusta, o ese anhelar que llegue lo que aún no ha llegado y nos agrada, he caído en una consideración aburridamente común (no podía ser de otro modo si consideramos la vulgar condición de mi cansancio): ¿cuándo vivimos? ¿cuál es el intervalo real de nuestra vida que no se descompone en ese estar queriendo lo que todavía no es y que, cuando es finalmente, ni casi nos damos cuenta de que ya se ha diluido en la memoria?

Pero es mejor leer a Don Luis que leerme a mí. Yo volveré con él algo más tarde. De momento, tengo una deuda de “exámenes maravillosos” como penalización de mi cansancio. ¡Uf!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Que exagerado eres, querido Antonio! Si no fuera por mis (esto sí) vulgares ocupaciones en el foro, disfrutaría escuchándote.

Antonio Azuaga dijo...

Caro jurista, ya sé yo que Segovia es tierra de generosidad. Gracias por la tuya.