sábado, 12 de mayo de 2007

Leer entre líneas

(A todas las maravillosas mujeres que conozco)

Las mujeres leen entre líneas mucho mejor que los hombres. A decir verdad, pienso que no es lo único que hacen mejor; yo diría que, salvo tender trampas a un mamut y acabar con él a pedradas, en lo demás somos claramente superados. El lujo ese de la razón filosófica al que tantas veces nos acogemos como último recurso, no deja de ser eso, un lujo, al que, por cierto, nosotros mismos –varones en ejercicio de su soberbia idiotez– hemos puesto cerco desde hace unos doscientos años.

Tras este preámbulo, lo primero que debo aclarar es que no soy feminista; es más, soy anti-feminista, como también soy anti-machista. En general, podría decirse que soy “anti…ista”. Casi todas las palabras con este sufijo son feísimas; y el concepto que suelen arropar –prescindiendo de las que definen un oficio o una ocupación–, un cenotafio para su insufrible demagogia. Por supuesto hay excepciones, pero una gran mayoría de “-istas” suelen ser mamarrachistas, espantosa voz que la R.A.E. define como persona que hace mamarrachos. Pero no es éste asunto que aquí importe: yo escribía sobre la subliminal inteligencia de las mujeres.

Si, al hablar con una mujer, se te queda mirando y te responde algo que no encaja con lo que uno entiende más acorde con su discurso, hay que echarse a temblar. Normalmente los varones hacemos lo contrario: esbozamos una sonrisa paternal y repetimos lo que acabamos de decir, ingenuamente convencidos de que no han entendido nada. ¡Pobres!, de nosotros digo. Lo cierto es que han entendido la punta y la base del iceberg y están contestando a la segunda, que, como sabemos, tiene mucha más enjundia y peligrosidad. Nosotros, sin embargo, andamos sobre el piquito blanco y esplendente que relumbra en la superficie del océano.

En fin, que hay que tener mucho cuidado con ellas: son maravillosamente terribles.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes razón. Son maravillosas (la mayoría); todas, menos esas que encajan en alguno de los apartados del poema de Semónides.

Antonio Azuaga dijo...

Como mejor que yo sabes, antes Hesíodo ya se aplicó a prevenirnos con Pandora y "su descendencia"; eso sin olvidar a nuestra Eva. Pero también ellas saben esto. Basta con hacer una encuesta: pregunta a unas cuantas mujeres si prefieren un jefe o una jefa. Lo tienen clarísimo. ¡Por algo será!

Anónimo dijo...

Mejor una juez que un juez. Mejor un fiscal que una fiscal. Por algo será.

Antonio Azuaga dijo...

¡Esa es buena!