jueves, 17 de mayo de 2007

Crueldades y "campañas"

(Todo esto por un asqueroso día que medió su circadiano ser en la punta de una cosa innoble que se llama “navaja”)

Hombro con hombro, sobre tierra recién arada, muy cerca de la mano añosa y algo triste que esparce la semilla en colas de cometas arqueados. Sosteniendo en la espalda un sol de injusta justicia. Mirando por costumbre al cielo y apelando al tribunal de sus antojos. Con la santa paciencia de quien sabe que no hay como esperar, para que en nada crezca lo esperado. Hombro con hombro; no, como lo estoy haciendo yo ahora, con palabras que quieren acariciar lejanos sufrimientos. Hay que dejar de hablar de ciertas cosas con tópicos manidos y distantes. Hay que ir a los campos, quiero decir, los campo-centros de educación (?), por ejemplo. Convivir con quienes tienen 14 ó 15 años, rascar su pensamiento, indagar sus silencios, acercarse a los dos o tres valores que les hemos dejado para forjar extrañas jerarquías –pirámides de horror, vacío y miedo–. Hay que verlos a ellos y hay que verlas a ellas; hay que mirar el espectro bipolar de sus miradas entre el pánico y la huida, la agresión y el desprecio. Hombro con hombro, de verdad, queriendo resolver esta locura, no recogiendo el arbitrario voto de la demagogia.

Nada brillante este atardecer, nada bendito. De esta mañana recuerdo jóvenes ojos asustados, estupor de gacelas que no alcanzan a saber lo que temen ni por qué han de temerlo. Y recuerdo dolor; y amenazas estúpidas; y mafias repugnantes levantadas desde nuestra más absoluta indiferencia. Y recuerdo otros ojos, terribles, pero igualmente ignorantes, depredadores absurdos que asaltan a su presa y oscurecen sus sueños de juventud violentados sin sentido. Entre tanto, por alguna calle próxima, alguna furgoneta coloreada manchaba el aire del mediodía con alegres melodías y mesiánicos mensajes electorales. Demasiada basura cuya razón nadie indaga, de cuya causa nadie tiene el gesto valiente de decirse responsable. Demasiada mierda –perdonadme, docenita de amigos que me aguantáis las tardes–, demasiada costumbre la que ya se ha adquirido de pudrir la juventud y destrozar la esperanza.

En cuanto a vosotros, sonrientes carteles de fantasmas en campaña de raptar decisiones, bajaos del papel por una vez y venid a la tierra de los niños –de los púberes, de los adolescentes, de los jóvenes…– que no lo pueden ser porque les habéis robado saberes que hay que saber, sueños que hay que soñar, ilusiones que hay que inventar, esperanzas en las que hay que creer…

¡Lamentable salario el vuestro!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ni pena ni alegría, ni grito ni silencio, ni sueño ni vigilia, ni vida ni muerte. Nada les interesa más que la ambición de su omligo o de su bolsillo. Buscadores de pesebres, estómagos agradecidos les rodean, jalean y utilizan. ¡Estamos en elecciones! ¡Todos a votar!

Antonio Azuaga dijo...

"–¿Estamos todos?
– Estamos.
–Como quien somos cumplimos.
–Veamos pues lo que hicimos.
–‘Votamos’ antes.
– Votamos."

Anónimo dijo...

Por dondequiera que fui,
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé...

Antonio Azuaga dijo...

...Y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.