jueves, 12 de abril de 2007

¡Poetas, poetas, poetas...!

Hoy iba a escribir, otra vez, de lluvia y de sonrisas. De aquello, porque ha llovido; de esto, por casi lo mismo. Tenía ya hasta las Sonatas de Valle Inclán entre las manos; la de Otoño en concreto, donde creía recordar una hermosa referencia a un día lluvioso. Es parte de ese lícito saqueo a “los grandes”, que se nos permite cuando escribimos, para engalanar lo que vamos a decir. Pero me han interrumpido: me han traído un libro de poemas (?) para que “le echase un ojo”. Y el resultado ha sido una moderada conjuntivitis y la imposibilidad de recuperar el estro que me venía. No puedo comentar nada de ese libro, sencillamente porque ese libro no dice nada. Callo el autor y callo el título: yo no soy ni crítico literario ni poeta. Lo que no puedo callar es lo que me ha parecido más indecente de todo y es que “el tal” es profesor –de 2º de Bachillerato–, vende su “obra” a sus alumnos y, lo que es peor, se la hace leer y comentar (?) para que aprendan su asignatura. Supongo que “el tal” no encuentra en la Historia de la Literatura firmas de mayor autoridad y relumbre.

Uno no deja de preguntarse qué demonios habrá hecho la pobre poesía para merecer ese maltrato a que se la somete y la impunidad con que se hace. Si indagáramos por ahí, sabríamos de mucha gente que juega al tenis o al fútbol y ninguno se define como tenista o futbolista. Sin embargo, cualquier patán que pergeña cualquier majadería en renglones más cortos que los habituales se llama poeta. ¿Por qué? ¿Por qué santa determinación de los hados la gente es tan humilde ante el músculo y tan soberbia frente al verbo? ¿Por qué se demanda tanto esfuerzo para situar el balón en una escuadra –que, por otra parte, me parece muy meritorio– y tan ninguno para que las palabras discurran con la belleza que les corresponde? ¿Por qué habrá tantos “poetas” que “van de poetas”, como dicen los buenos poetas que conozco?

Sólo Dios sabe cuánto lamento no haber hablado hoy de lluvia y de sonrisas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo más curioso es que esos poetas son normales en todo lo demás; es decir, son personas capacitadas para emitir juicios con fundamento(e incluso hay entre ellos buenos lectores). Ya se sabe que somos nuestros peores jueces, aunque algunos, tratándose de poesía, llevan demasiado lejos su ceguera.

Antonio Azuaga dijo...

Lo de la "ceguera" lo entiendo: es humano. Es la indecencia (también humana, desde luego) lo que en el caso que cuento no es de recibo.