domingo, 29 de abril de 2007

Incansable Sísifo

Quiso rebelarse Sísifo contra su condena. Visto el fracaso de su tarea inútil, quiso no querer seguir. Quiso detenerse Sísifo en el valle y golpeó la roca con sus puños; y juró que jamás volvería a levantarla hasta la absurda cumbre. Y Sísifo, incauto Sísifo, sudoroso, cansado, desmentido por una voluntad que no era suya, se incorporó, frotó sus manos en la hierba húmeda y se abrazó a la roca para comenzar de nuevo. Luego pensó, otra vez, que ese día iba a ser el último.

Esto explica, más o menos, por qué estoy nuevamente aquí, más hoy o más ayer según se quiera, decidido a cargar conmigo mismo; con mi gato (que no es mío), mis estrellas, mis agujeros negros, mis universos esquizoides y mis tangos; con la frente marchita y las nieves del tiempo; con menos compulsión, un poco más de tarde en tarde; desbordado por todo, sin hablar demasiado... Cada quien debe cargar su piedra estúpida; la mía está formada de palabras prescindibles. Como Sísifo, debo pensar que un día no serán innecesarias.

Arriba pues. La cumbre sigue estando donde siempre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Así me gusta!

Anónimo dijo...

Bienvenido de nuevo y gracias.

Antonio Azuaga dijo...

Lo vuestro es de una lealtad inconmensurable. Gracias a ambos.