miércoles, 28 de noviembre de 2007

Ese raro silencio

Ya no es Jekyll lo que era. Hoy, por ejemplo, me ha dejado esta nota en el escritorio:

Noto el silencio, ese raro silencio que no niega el sonido, pero duele en la palabra; que se hace sentir en el olor de las cosas o en la yema de los dedos; o en la fibra terminal de una mirada que cruza fortuita por nosotros. Ocurre como ocurre una advertencia de signos inefables: más allá de lo que nunca llegará a decirse, más allá de lo que nunca se podrá pensar.

Un día, de pronto, sucede el silencio, como el olvido sucede, sólo advertido por alertas experimentadas, sólo sabido por entrenadas memorias.

Y es un día como todos los días… Aunque, dolorosamente vacío.

No hay comentarios: