martes, 27 de noviembre de 2007

Oración contra el egoísmo

Santa Plenitud que me corrige con mano de ternura, no permitas que dañe a quienes amo. No consientas que salga de mi boca palabra que les turbe; ni gesto de mi rostro ni pulso de mi vida que rompa un solo sueño que en mí depositaran. No permitas que cargue con lágrimas inocentes las alforjas de mis actos. No me dejes caer en la traición de ese pacto de amor ante sus almas.

Ni permitas, Santa Plenitud, que dañe a quien no supe querer o dejé la voluntad en abandono de querer como debiera.

Líbrame de esa maldad tan pura que sólo de sí cuida y sólo a sí se busca, que sólo a sí pretende.

Aunque sean de mi alma las demás pobrezas, Santa Plenitud; aunque así sea.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Podría hablar del tempo o el ritmo. De tu expresión frente o junto al vencido (hoy es continuación de ayer) o de cierta efectación. No te inquietes, nada de eso importa. Me encanta escucharte o leerte; pero amigo: no es esto, no es esto.

Antonio Azuaga dijo...

Félix, agradezco muchísimo tu visita y tus palabras; aunque me gustaría alguna aclaración sobre ese final tan orteguiano.