viernes, 29 de febrero de 2008

La pulpa seca del silencio

Si me muriera de repente
no dejaría de cantar.

Pablo Neruda


Se exprimió el zumo del alma hasta el silencio, hasta que sólo quedó la pulpa seca del silencio entre las rendijas del exprime-almas. Y se lloró la muerte como es debido; aunque él pensara que no era eso lo debido, que llorar por uno mismo no está bien, que el narcisismo tanático no es nada elegante, que queda bastante tonto eso de lagrimear y decirse entre pucheros: “qué pena me doy, ¡con lo buen chico que era!...”

Así que abrió el cubo de la basura y sacudió el exprimidor. El silencio volvió al silencio, como Dios manda, sin corte de plañideras ni flores arrancadas, sin vocingleros lamentos ni escenarios de tristeza. La porción de tierra se hizo tierra, al igual que el ascua breve de los otros elementos. Y la tierra se desmembró en silicatos, y los silicatos en calcio, en magnesio, en silicio... Después ocurrieron cosas raras porque fueron extraviándose los electrones de sus antónimos. Entonces el silencio se hizo hidrógeno, y el hidrógeno partícula solitaria, y la partícula solitaria quark…

Y el quark se transformó en palabra.

Cuando dejó en el contenedor las bolsas de basura, pensó ­–cosa extrañísima porque se había muerto– que la pulpa seca del silencio era la undécima categoría del ser.

Aristóteles anduvo distraído en este caso.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me he perdido desde el silicio (creo) pero llorar por uno mismo no está tan mal. Es darse un rato para recuperar la paciencia. Muy necesaria para ser.
Voy a soñar con zumos de naranja.
Buenas noches.
Betty B.

Antonio Azuaga dijo...

Gracias, Betty B., por tu visita. Siento la pérdida, culpa mía, sin duda, que carezco de esa “cortesía” que es "la claridad" y que Ortega estimaba en "los filósofos". Que no sea uno de éstos no me exime de aquélla. Menos mal que no te pierdes nada, porque la hipotética “desparticularización” desde el silicio hasta el hidrógeno debe de ser aburridísima, si es que químicamente es viable, cosa que ignoro. Pero los cuentos, afortunadamente, no tienen que rendir cuentas al método “hipotético-deductivo”, que es el que siguen esos señores/as de bata blanca y laboratorio: si uno escribe que el silicio puede acabar en hidrógeno, que el hidrógeno en protón, que el protón en quark y que el quark en palabra, puede que esté diciendo una irrealidad, pero no una tontería, literariamente hablando.
De todas formas, ¡ojalá todo el mundo soñase con zumo de naranjas!, porque, a tenor de lo dicho (o querido decir), es zumo de palabras, zumo de desesperación humana, inevitable, aunque lejano, fruto de la pulpa seca del silencio

Anónimo dijo...

Incorregible pero no aburrido. Qué amable eres. Ya es de día y lo entiendo mejor, aunque he soñado con leones…
Betty B.

Antonio Azuaga dijo...

Ya que no cortés, orteguianamente hablando, me consuelo en la amabilidad que me concedes. En cuanto a los leones, no me parece mal la alternativa; todo depende, claro está, de que fueran hostiles o emblemáticos.
Gracias de nuevo, Betty B.