lunes, 18 de febrero de 2008

La imaginaria del alma

Sólo el ya no querer es lo que quiero…
Francisco de Quevedo


Entre una y otra soledad, la vida:
un quehacer sin amparo, a trompicones,
con tres o cuatro rotas ilusiones
que nos ponen de pie en cada caída.

Y otra vez a empezar la confundida
desazón de estar vivo, entre razones
que no son, o son sueños, o ficciones
para vendarse el alma malherida.

Qué tiempo todavía, qué entretanto
consentirá a la sombra su mirada;
qué oscuridad aún estos anteojos.

Cuánto habrá que esperar hasta que el llanto
de la noche se aburra de la nada
y la nada se aburra de sus ojos.

(18 febrero 2008)

4 comentarios:

samsa777 dijo...

La vida en entreacto...

Antonio Azuaga dijo...

Así es para Platón.

Anónimo dijo...

Esto es volver a lo grande.

Antonio Azuaga dijo...

Más grande tu "Europa" rediviva que... Bueno, luego te comentaré, que ya he descubierto el modo de evitar el problema del otro día.
Gracias.