lunes, 25 de febrero de 2008

La prioridad y la sospecha

Parece ser que, en este hogar lácteo de la noche, conviven con nosotros unos cuatrocientos mil millones de estrellas. Dicen que son inmensos globos de hidrógeno que, en nuestro caso –probablemente en otros muchos–, son como una caldera gigantesca que ensaya la vida en sus alrededores.

Aquí abajo, en este otro hogar de roca y agua cotidiano, sólo hay unos seis mil millones de animales verticales, implumes y a veces sabios, que recorren sus coordenadas aireando preguntas y afanándose en locuras, saludables unas veces, insanas muchas más.

Y aquí dentro, en este micro-hogar-espelunca de huesos y tejidos, no hay nada más que una burbuja de vida, opaca o translúcida, según el ánimo, frágil o tenaz, según el día. Supongo que a los seis mil millones de animales verticales restantes les ocurre otro tanto y albergan una burbuja similar. En algunas pocas de esas sutiles pompas, caben todas las demás, incluso los cuatrocientos mil millones de inmensos globos de hidrógeno. En otras, en la mayoría, sólo entra un relámpago de luz, una débil claridad durante un breve intervalo de tiempo, que apaga el hambre, o el terror, o la guerra, o la miseria, o la enfermedad… precipitadamente.

Gracias a nuestra espléndida red-de-sabidurías, podemos tener inmediata noticia de tantos horizontes de infortunio; hasta se pueden reproducir, virtualmente, los efectos de un disparo o de una bomba con absoluta indiferencia. Lo que no entiendo es por qué aún no hemos inventado la red-de-la-sensibilidad o el juego virtual del dolor humano; quiero decir, algo que nos permitiera sentir, como si fuera propia, toda la desgracia de las demás burbujas en nuestra modesta burbuja solitaria.

A estas alturas de la especie, debería ser una prioridad técnico-moral en los presupuestos dedicados a la investigación. Si no lo es, habrá que sospechar.

4 comentarios:

samsa777 dijo...

Fantástico. Me ha encantado: me uno a la reivindicación.

Antonio Azuaga dijo...

Desde luego cambiarían "de verdad" muchas cosas en el mundo. Por eso soy un poco escéptico: me parece que "no interesan" los cambios auténticos.

samsa777 dijo...

No creo que se trate, ni siquiera, de interesar: lo cierto es que ni siquiera se perciben la necesidad y la posibilidad del cambio.

Antonio Azuaga dijo...

¡A lo peor, tiene razón el "beato sillón" de Guillén y resulta que "el mundo está bien hecho" y no nos hemos enterado!