domingo, 10 de febrero de 2008

Exculpación y derrota de la pereza

No tengo ganas de escribir ni una sola palabra. Me acosa la pereza, me cerca la pereza, me invade la pereza… ¡Hoy!... ¿Qué es hoy? ¿Qué tiene hoy de especial para que me ocurra este desaguisado? Esta pregunta, tan tonta, nos la hacemos siempre que la realidad se vuelve torticera, precisamente porque es realidad. De pronto, caemos en la cuenta de que no somos el dios que nos creíamos; que nuestra fuerza no es tal; que nuestra capacidad, tampoco; que nuestro control de la situación es un falso virtuosismo; que somos un racimito de uvas que se pensó destino de ebriedad y se lo están comiendo los pájaros. Tan acostumbrados estamos a las regularidades, que las excepciones nos trastornan.

Y, sin embargo, es así: somos un cáliz de plenitudes con unas cuantas gotas de insignificancia. Pero ¿qué cáliz es ése que en tan grandioso continente alberga contenido tan precario? Lo sabemos ya: la voluntad. La voluntad empecinada en tirar de nosotros, mientras nosotros sólo nos sorprendemos y nos lamentamos. La voluntad que quiere un metro más de combate, un minuto más de espada. La voluntad que está por encima de nuestra débil fuerza, de nuestra pobre capacidad, de nuestro frágil control de los hechos… La voluntad es la bandera de nuestra especie, no la inteligencia; menos, ahora que los “primatólogos” (la “Primatología” es una disciplina que en breve sustituirá a la Antropología en las Universidades) andan proclamando las cualidades intelectuales de los bonobos.

Sirvan como ejemplo estos renglones de que la pereza puede ser vencida. Sirvan, también, para eximirla de su condición de pecado capital del hombre. Nuestro mayor pecado es la abulia, o la pusilanimidad. La pereza sólo es la distracción de la voluntad... un domingo cualquiera.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

y que no sé por qué... pero esto me recuerda a "Un soneto me manda hacer Violante".

Me parece sublime: "nuestro control de la situación es un falso virtuosismo"

Antonio Azuaga dijo...

¡Ja, ja, ja! Pues tienes razón: "...contad si son catorce, y está hecho".
Gracias por el apunte.