sábado, 9 de febrero de 2008

La palabra devuelta

Como si tú ya fueras
la palabra precisa,
me bastaba callar para escucharte.
Luis Rosales



En esa tierra un día
anduvo por un sueño secuestrada
una palabra mía.
Me la volvieron nada,
de pies y manos una noche atada.

Fue un otoño… Recuerdo
un paseo por un jardín prohibido.
Tardes en desacuerdo
con su tiempo vencido…
¡Y esa entrega de un signo malherido!

Volvía con la frente
maltrecha de pensarse y no decirse,
volvía entre la gente
con ganas de morirse,
de perderse y callar, de desdecirse.

Como sombra volvía,
recuperada, libre sin grandeza
–fue la noche de un día
que se quiso tristeza–,
con el alma extraviada en su extrañeza.

Y aquí está, malherida,
sin la página que era su universo,
su tierra prometida,
muriendo a mi reverso,
sin frase, sin renglón, sin ser, sin verso…

(febrero 2008)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Huele a XVI, y este olor es bueno. ¡Yo moriría por oler alguna vez así de bien! Algún día me saldrán las liras como a ti y podré descansar en paz. A sus pies, Sr. Azuaga.

Antonio Azuaga dijo...

¡Qué más quisiera yo que oler de esa guisa! De todas formas, gracias. Y si ése es tu empeño, descuida, que andas tú ya por tales “aromas”.
Un abrazo.

samsa777 dijo...

Delicado trabajo de joyería, Antonio. La lira tiene, cuando está tan bien lograda como la tuya, un no sé qué de armonía a punto de estallar, de calmado fuego interno, pausada serenidad ante el desastre... Es una de mis estrofas predilectas.

Antonio Azuaga dijo...

Muchas gracias, Francisco. La verdad es que la lira es una estrofa muy jo... Para mí por lo menos. Por eso y otras "lindezas" me siguen enamorando nuestros clásicos.

Anónimo dijo...

Enhorabuena. Por cierto, ¿cuál era esa palabra?

Antonio Azuaga dijo...

Gracias, Julio.
A mí sólo se me ocurre una palabra que te puedan robar y cuando te la devuelvan ya no tenga ganas ni de ser palabra. Por eso no se dice, porque “me la volvieron nada”. ¡Ni nombre le queda!
Un abrazo.