martes, 12 de febrero de 2008

Pagliaccio

Siempre he creído que los sueños no son un supermercado de diagnósticos, como decía el Psicoanálisis, sino un confesionario de sinceridades, ese momento y lugar en que uno se dice a uno lo que piensa de sí mismo. Y lo hace descaradamente, sin eufemismos ni medias tintas, tan de frente que la mayoría de las veces ni lo queremos entender.

Anoche escuché uno de esos altavoces de la autenticidad mientras dormía. Un sueño extraño, como casi todos los sueños, que lo que son de verdad es una célula anarquista en el alma. Estaba yo en una especie de teatro donde vibraba la portentosa voz de un tenor cantando I Pagliacci. Más en concreto, esa celebradísima aria, Recitar!, con que Leoncavallo se hizo común para los demás mortales, yo entre ellos. Llegaba el momento culminante (Ridi del duol / che t'avvelena il cor...), los últimos acordes de la orquesta y el irreal estallido de una ovación emocionada. Canio se adelantaba a saludar; y entonces yo reparaba en Canio… ¡Bendito sea Dios, qué significaba aquello! El payaso no iba de payaso, vestía una malla de negro riguroso, adornada de estampados rojos que querían semejar llamas. La cara delgada, una barba apuntada y triangular, la nariz aguileña… Pensé en Goethe, pensé en el Fausto. ¿Qué extravagante director podía haber concebido a Canio con tan mefistofélico aspecto?...

No recuerdo más. Lo que sí recuerdo, y estoy por arrepentirme, es lo que he dicho al principio, eso de que en los sueños “uno se dice a uno lo que piensa de sí mismo”. No sé si me veo así, si me creo así: un payaso que ni siquiera lo es, el alma de un payaso en el cuerpo de un demonio. Aunque hoy me he reído, algunas veces, como aquél; y me he cabreado otras como éste…

Más vale que cambie de teoría onírica.

3 comentarios:

samsa777 dijo...

Totalmente contigo: nunca he entendido cómo, según el psicoanálisis, nuestro cerebro se las apañaría para tener en la memoria el Diccionario de símbolos de Cirlot... al completo.

Pero, ¿realmente somos sinceros cuando soñamos? ¿no se trata casi siempre de una mera sucesión caótica de recuerdos que se almacenan y desvanecen? Tú mismo dudas en el nudo del texto... y en cierta manera, cerrando el círculo, te psicoanalizas jajajaja

No cambies de teoría: cambia de sueños jajajaja

¡Un abrazo!

Antonio Azuaga dijo...

Pero, mira que soy tonto: ¡el problema no es el método, sino el objetivo del método! (o teoría: a fin de cuentas toda teoría es “un camino hacia” la satisfacción de la inquietud). Tienes razón: de ahora en adelante soñaré con… Bueno, esto me lo callo. Espero que no me traicione la impertinente “sinceridad” de ese “oscuro compañero” de la noche.
Gracias, una vez más.
Y acabo como Caruso:¡Ja, ja...! ¡Ja...! ¡Ja...! ¡Ja...!
Un abrazo.

Antonio Azuaga dijo...

Se me olvidaba, Francisco: sí, los sueños son una caótica "sucesión de imágenes"… ¡como nosotros, me temo!