viernes, 22 de febrero de 2008

Un soneto del caballero inactual


No sé qué pinta este hombre aquí, diciendo estas cosas tan extemporáneas, tan sin día, que huelen a museo, a rancia antigüedad. No sé cómo se las apaña para que la gente que habla con él no descubra su alma egipcia, quiero decir, momificada. No sé por qué ese afán suyo, tan anacrónico, de mezclar amor con muerte, y no amor con sexo, o con violencia, o con práctica de desahogos variopintos. No comprendo por qué no habla como hoy es debido. No es mala gente, pero… es así; no lo puede evitar según parece:

No quiero enajenarme; o deshacerme
como un terrón de azúcar en tu olvido,
de azúcar o de sal, mal diluido,
mal tenido de sí, soluto inerme

que deja de ser él. No quiero verme
paladar de la muerte, descendido
a accidente de un alma que ha roído
su compacta sustancia, y no saberme.

Quiero ser el que soy, bíblico y neto,
zarza que arde y no muere y te proclama
decálogo de todos sus sucesos.

No ese cuerpo arrojado, mudo y quieto,
que anochece deseo en una llama
y amanece ceniza de unos besos.


(22 febrero 2008)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues a mí me parecen palabras muy pertinentes.

Hoy he escrito sobre el soneto, toda la tarde, y sobrecoge constatar cuántas perspectivas ha propiciado un mismo molde, cuántos intentos se han hecho por ser clásicos y originales a un mismo tiempo. La historia del soneto es la historia misma de la poesía desde Garcilaso ("Grazilazo", como corrige mi obsoleto word...)

Tú lo consigues siempre: un conservador de museos no sabría si ponerte con Picasso o con Velázquez.

Anónimo dijo...

Envidiable, maestro, todo lo que dices y cómo lo dices. Me declaro anacrónico discípulo y me encargaré de difundir tu palabra: mañana se la revelaré a Juan (sc. Luis) para que me ayude con el apostolado. Un abrazo (mío) y recuerdos (suyos).

Antonio Azuaga dijo...

Una vez más, muchas gracias, Francisco: te superas en generosidad.
Un abrazo.

(Revisa el diccionario de tu Word porque debe de tener un gazapo. Aunque eso de "Grazilazo", no deja de tener su "gracia").

Antonio Azuaga dijo...

Muchas gracias, Diego, pero esto del “desajuste temporal” no lleva a ninguna parte. Así que, sigue mi consejo: sé anacrónico en el alma, pero desconcertante en la palabra.
Un abrazo a los dos, quiero decir, a ti y a Juan (sc. Luis).