viernes, 8 de febrero de 2008

De vita beata

La felicidad es autosuficiente, piensa Aristóteles, “se basta a sí misma”. Andamos los seres humanos errados por el empeño de buscarla entre las cosas que la enajenan, poniéndole adjetivos, adornándola indebidamente. Hacemos con ella lo que la belleza encendida, que acaba por no ser belleza de tanto afeite innecesario. La felicidad que se busca en algo distinto a sí es una felicidad enloquecida, una infelicidad por tanto, una desdicha en suma.

Y así se nos van los días, dejándola pasar de largo. Y no vemos, ciegos de nosotros, que llevamos dentro su proyecto, el enunciado de su posibilidad. No hay que querer esto o aquello para ser feliz, sólo hay que querer, sin complementos, sin depósitos del alma con interés negociado, sin aguardar rentas vitalicias ni reclamar ambiciones como nómina de nuestros actos. Yo haría una lectura cristiana de aquel “se basta a sí misma”, yo diría que la felicidad se sobra a sí misma, que consiste precisamente en eso, en sobrarse; no en llenarse porque se siente insuficiente, no en quedarse porque se piensa completa, sino en derramarse porque se sabe felicidad.

¿Y qué es eso que se sabe tan excesivo que tiene que desbordarse?... Algo muy simple y nada nuevo, algo al alcance de cualquiera, algo que nos destaca frente al resto de las criaturas: la gratitud de ser, la gratitud de vivir, la gratitud de amar, la gratitud de pensar… La conciencia de la gratitud es lo único que hace feliz al hombre.

(Dicho sea hoy para enjugar las oscuridades de los últimos días)

2 comentarios:

samsa777 dijo...

Ojalá pudiera estar de acuerdo. Me resultaría muy bello, extremadamente hermoso, verlo así... Pero creo firmemente que la felicidad no llega nunca en vida: el ser humano nunca "es", sino que "está" y la beatitud que puede llegar a sentir esporádicamente es solo un ejercicio de abstracción, un olvido gozoso de su propia finitud.

Un abrazo,

Fran

Antonio Azuaga dijo...

Somos los únicos seres capaces de abstracción, Francisco, por eso, también los únicos capaces de felicidad, los únicos capaces de ser lo que pueden pensar, aunque sea provisionalmente.
Gracias por tu aportación.