viernes, 18 de enero de 2008

Sólo para iniciados

Me ha dejado el día con la palabra en la boca. Últimamente lo hace con frecuencia. No sé por qué, ni qué habré hecho para merecer estos desplantes. El caso es que me mira cuando empiezo a querer decirle algo, se da media vuelta y pega un portazo en el Oeste. Y me deja todo el cuarto anochecido… Y las palabras a tientas golpeándose con los muebles hasta que logran encontrar un interruptor que lo único que consigue es falsificar claridades.

Creo que se han cansado de mí las tardes y sus medias luces. En el fondo lo entiendo: yo que yo, quiero decir, yo que ellas haría lo mismo. De hecho, me estoy entrenando. Porque la verdad es que sé lo que sucede. En realidad lo he sabido siempre; como los iniciados en el silencio y los renglones a contraluz.

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