martes, 15 de enero de 2008

La gana triste

A veces, no siempre, me gustaría tener cierto aire frívolo: le sentaría bien al aire y a mí. No sé de qué me viene esta pesantez del pensamiento. Tal parece que esas cinco o seis ideas, que por aquí andan, se tuviesen en altísima estima, se pensasen a sí mismas con severa gravedad, víctimas de la traición de la homonimia. Quiero decir, que “grave” es, según el diccionario del templo de nuestra lengua, lo grande, lo de mucha entidad e importancia, pero también, en su primera acepción, simple y llanamente, lo que pesa. Pues aquí es donde debe de hacérseme un lío el alma, que, de tanto pretender la mucha entidad, acaba en mármol, losa o vulgar piedra, no de riñón, sino de dolor en el cráneo.

Para qué voy a engañarme: soy un pesado, un agorero, un cascarrabias, un insufrible predicador de desencantos; una fatiga incansable… Sin querer, me ha salido un ejemplo: ¿cómo se puede hablar de ausencia de cansancio en la fatiga?

Me gustaría, no siempre, de vez en cuando, ser un poco frívolo. Ponerme el mundo por montera y, después de una faena de torería impecable con el toro de la seriedad, saludar desde los medios; o cortarle una oreja al morlaco de las melancolías; o recibir a puerta gayola, de rodillas ante los chiqueros, a esas jaboneras filosofías de tres al cuarto de que tanto abuso. Me gustaría hacer sonreír a ese espectador del tendido de sombra que se aburre con el abuso de mis espesos y enredados “naturales”.

No sé de qué me viene, ni si será o no un gen amorfo… Pero, ahora que lo pienso, si esto creyera, me estaría abandonando a los “determinismos” que tanto critico. No quiero contradicciones. Tengo toda la culpa: soy un plasta porque me da la gana triste, porque elijo la indecencia de contemplarme. Lo siento; pero os juro que, en mi fondo, vive el bufón que me merezco.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

"pero os juro que, en mi fondo, vive el bufón que merezco"

...o el niño al que encontrarás si te aburres de buscarte...
Era un dios pequeño y triste,
un casi no dios de humano, de puro humano y dolido,
pero, con todo, era un dios.

Antonio Azuaga dijo...

¡Qué buena gente la que pasa por aquí!
Gracias, Pasabaxaquí.

Máster en nubes dijo...

Ay, Antonio, a mí me gustaría también ser un poco frívola a veces.

Creo que, por lo que te leo en el blog, tu seriedad no es gravedad ni pesadez. Que es sensatez que sabe sonreir. Y hacer sonreir en diferido, que tiene más mérito. Aquí va mi sonrisa.

Un abrazo y gracias de nuevo.

Antonio Azuaga dijo...

La sonrisa, como tantas otras capacidades humanas, no tiene que ver con el “directo” o el “diferido” porque es atemporal; o si no, que se lo pregunten a La Gioconda. Así que, siempre es bienvenida y oportuna.

Un beso (con tu permiso), Aurora sonriente.