sábado, 19 de enero de 2008

La inquietud de Turandot

…conosco il nome dello straniero!
Il suo nome è...


–Todo puede ese nombre, a todo alcanza
ese nombre. Negad el sol al día;
negad el día al día, la agonía
de la noche negad y la esperanza

del alba al valle, al cielo su mudanza...
No madruguen las aves su alegría.
No amanezca jamás: ¡larga vigía!...
–Y un nombre al que robar su adivinanza.

No es un dios, es un hombre, sólo un hombre;
¿o es un dios que en soledad desvelas,
que vive en ti, que tu soñar conforma?

­–Ese nombre jamás, nunca ese nombre.
Multiplicad la noche en centinelas.
Vigilad la vigilia… Nessun dorma!


(enero 2008)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena, Antonio. ¡Vigilaremos la vigilia!

Antonio Azuaga dijo...

Y entretanto..., escucharemos a Puccini.

Anónimo dijo...

Guardi le stelle, che tremano...

Supongo que conoces el video de Paul Potts, el vendedor de teléfonos con un sueño, cantando Nessun dorma (youtube.Paul the opere singer). Cómo se le va el corazón detrás de ese "All'alba vincerò"...

Anónimo dijo...

...Y me he dejado lo que venía a decirte: qué maravilloso poema.

Y, a propósito de hombres y dioses que lo habitan, recordé tu pequeño dios del otro día leyendo a R.Gaya. Él habla de las criaturas como sagrarios que contienen lo divino. La tarea del artista sería la de permitir que su obra sea un nuevo sagrario al que acuda lo divino, no la de expresarse, no la de imponerse, sino la de atender, esperar, recibir. Mansedumbre de la mano, dice. O vigilia.

Antonio Azuaga dijo...

“Così comanda Turandot:
"Questa notte
nessun dorma in Pekino!"

Pues no lo conocía. Lo acabo de “ver” porque de “oír”, nada: la tarjeta o los altavoces de este trasto están para el arrastre.

“…Ma il mio mistero
è chiuso in me,
il nome mio nessun saprà!

Y el último «vincerò»… A mí me pone “piel de gallina”.

Muchas gracias por tus dos comentarios y por esa memoria "del otro día leyendo a R. Gaya"

Antonio Azuaga dijo...

Perdona, Pasabaxaquí, me he quedado a medias esta mañana porque tenía que irme. Quería añadir que me parece espléndida la visión que citas de Ramón Gaya y que, por otra parte, comparto plenamente. Esa espera vigilante, esa vigilia… Pero no la vigilancia de la vigilia: ésta es enfermiza obsesión porque sea lo que realmente no es, tanto da que hablemos de Calaf o el amor, como de la “imposición” o la gracia que se “recibe”. Por supuesto que no me refiero a la “inspiración”, sino a la “disponibilidad”… ¡que ya quisiera uno para sí!
Aunque emplee palabras del soneto, entiéndeme que no pretendo aprovechar tu excelente comentario para sacarle lujos que no le corresponden. Como es evidente, aquél sólo se refiere al poder de la ira sobre el sentimiento, al empeño ciego de “afirmarnos” por encima de lo que sentimos, o de negarle al amor el nombre que de verdad le corresponde (eso que se hace tan frecuentemente en nuestros días). Nada más.