jueves, 17 de enero de 2008

Hablando con soledades

Será tal vez porque enero se presta a ello, por ese desamparo de enero. Será por el frío, pura retórica de los termómetros este año. O será porque yo soy, como dije, un ejecutor descarado de la gana triste, quién sabe si para contrarrestar la gesticulante hipérbole de los disfraces de cada día, ese carnaval del mundo en el que, todo hay que decirlo, uno participa con exquisita ortodoxia. O será por todo eso por lo que últimamente hablo tanto con tantas soledades, que son como los vanos del silencio, seres amados que nos dejaron su vacío en las palabras y se hicieron después palabra en la memoria para llenar nuestros vacíos. Son soledades que aumentan con los años, como una renta vitalicia a la que enero aplica un IPC cruel e indefectible. Y, naturalmente, el IPC no deja de aumentar, y cada doce meses nos abona el puntual ajuste en nuestra nómina de ausencias.

Tal es la pensión que nos deja la edad. Todo depende de la cantidad de sentimiento que hayamos invertido en la vida. A eso llamo generosidad; y a mí me parece rentable. A pesar del silencio, a pesar del desamparo, del frío y del abandono, a pesar de que se llene el cuarto de uno de sus muchos vacíos, a pesar de enero y su cruel IPC…, merece la pena sentir hasta la extenuación del alma. Aunque invertir corazón, siempre rente soledades, ésas que son los vanos del silencio. El egoísmo, sin embargo, sólo produce una soledad muda y terrible.

4 comentarios:

Máster en nubes dijo...

Invertir corazón y rentar soledades, me ha hecho temblar esto.

Con permiso y con perdón, llevo leyendo este antiguo blog tuyo en horas sueltas y estoy encantada. Encantada de verdad.

Para que luego digan que si el blog debea ser así o asá. No hay reglas. Queda, quedan, la palabra escrita queda en el blog para que luego al azar lo lea otro y comente... un año después. Y lo sienta.

Gracias por escribir Antonio y por hacerlo tan... No sé, ni el adjetivo encuentro.

Antonio Azuaga dijo...

Eres muy generosa, Aurora; y esto de recibir visitas a tras-tiempo, una negación de ese "postulado" que citas; vamos, que "invertir en corazón", en realidad, siempre renta en "corazón"... Con más o menos demora.

Muchísimas gracias.

Anónimo dijo...

Me siento sola. Melancolia de amar de una manera divina y que esos sentimientos ya no estén porque, a quien iban dirigidos, los despreció y pisoteó.

Antonio Azuaga dijo...

No puede sentirse “sola” quien de esa manera ama. No puede y no debe. No sabemos nada de nadie. A veces, ni de nosotros mismos. Me acuerdo de Villamediana por “razones” que dije a alguien que no me entendió nunca y que, tiempo después, glosó un idiota en sus innecesarias imaginarias:

“Las razones que no digo
no son las menos siento,
mas por no darlas al viento
quiero que mueran conmigo.”

Y “no se dan” por eso, por su imprescindible compañía, porque nunca le dejan a uno solo, porque nos están recordando, continuamente, que el amor –ése que ya casi no existe y del que nadie habla– no es recibir, ni ganar, ni poseer; es dar y rodear, es insistir en que vivamos para seguir sintiéndolo.

Puede que haya gente capaz de “pisotear” esto. O puede que no sepamos nada de la gente.

Gracias por tu visita a estos "subterráneos" que sólo yo sé por qué se escribieron.