lunes, 7 de enero de 2008

Eva, Pandora y las amebas

Pandora abrió la caja de los horrores por curiosidad, Eva mordió la manzana de nuestros descalabros por ambición. Ambición y curiosidad, si bien se miran, tienen más de virtud que de defecto, sólo hay que moralizar la primera y sanear la segunda. Es más, sin una y otra nunca hubiéramos bajado del árbol. Quiero decir que, a pesar de la opinión más extendida, el papel que se le asigna a la mujer en ambas tradiciones es de lo más granado en lo que a potencias de la racionalidad se refiere. No así el de sus respectivas parejas. Cuando de niño me hablaban en “Historia Sagrada” de Adán, debo reconocer que me lo imaginaba un poco tontorrón, buena gente, sí, pero simple hasta decir basta. En el caso de Epimeteo, no es la candidez lo que llama la atención, sino la flaqueza libidinal; vamos, eso que en el repetidísimo chiste sobre los varones dicen que “llena nuestros pensamientos”; menos mal que Prometeo, nos salva: a fin de cuentas, él no se fiaba un pelo.

No entiendo, por tanto, de dónde ha salido esa rarísima hermenéutica de que las tradiciones literarias más remotas avalan el machismo y la sociedad patriarcal. Tal y como yo lo leo es justo al revés: lo que la mujer representa en ellas es la inquietud, la insatisfacción, el deseo de ir más allá, la necesidad imperiosa de saber… El hombre, sin embargo, es un simple acomodado o un instinto obsesivo (cercano al mandril, por ejemplo), siempre dispuesto a decir amén. Pero la maldad, cándidos hermeneutas, es otra cosa.

En realidad, yo creo que la maldad es asexuada, que se reproduce por bipartición, como las amebas, que es una forma de ganarse la perpetuidad bastante cómoda, y peligrosa por cierto, porque donde hay una, es fácil que muy pronto aparezcan dos; y donde dos, cuatro; y así sucesivamente. Más vale que nos dejemos de demonizaciones intersexuales y nos dediquemos a las amebas, que lo único que hacen es clonarse de modo indefinido.

2 comentarios:

Montserrat dijo...

Ya sabes que estoy "encantada" hace tiempo, y que seguiré así hasta no sé cuando, pero es que no puedo por menos que continuar así, ante la rotundidad encantadora de tus razonamientos, con ese salpicado de figuras mitológicas de verdadero estereotipo que traes a colación.
Necesito leer i releer tus dos blogs, continuamente.
La primera vez casi me empacho como sabes, pero ahora ya saboreo y me recreo a placer.
No sé cómo imprimir todo esto que es blanco. A ver si algun "sabio" tecnológico lo conserva en papel por si un dia, Dios no lo quiera, desapareciera de este soporte tan lábil que es la informática.
Además me gusta leer en la cama y el ordenador no va bien.
Me identifico tanto con todo lo que dices, que a veces, si no fuera por la redacción tan cuidada y ese estilo tan tuyo, pensaria que lo he escrito yo misma. Eres como mi otro yo, pero mejoradísimo...
Lo que me dijiste de la escultura de Miguel Angel a propósito de les relecturas en :"nosotros...y los libros", se hace realidad gracias a tus magníficas entradas.

Que suerte haberte conocido,
quisiera agradecerte siempre
poder leer tu verbo amigo.
Que la lucidez de tu mente
al iluminar mi camino
sea mi aurora permanente.

Antonio Azuaga dijo...

Muchas gracias Montse, una vez más: tu lectura y tus comentarios siempre son un estímulo.

Un afectuoso saludo.