jueves, 28 de junio de 2007

Ley de gravitación del alma

No existe, al menos que yo sepa, nadie que haya indagado nunca la existencia de una posible ley de gravitación del alma. Por definición entiendo que parezca contradictorio; pero por introspección es un hecho incuestionable que las almas pesan, o gravitan. No intervendrá, sin duda, la masa o el espacio; ni puede que, en tal caso, se cumpla la ley del cuadrado inverso. O tal vez sí, aunque de modo diferente. A lo mejor, los elementos que hay que manejar, para el éxito de una empresa como ésta, son de otra índole, requieren de otras unidades; o, quién sabe, de una rectificación profunda del concepto, de un poner patas arriba esa constancia que sujeta las estrellas y los mundos, que mantiene los días y las noches en sus órbitas, que permite caer a las manzanas y circular a la Luna sobre nuestro sueño. Tal vez, aquí no hay ley con producto y cociente, sino una ecuación más simple que multiplica sentimiento y lejanía, sin inversos que valgan.

Si yo fuese este Newton delirante escribiría los Philosopia Animae Principia Mathematica. E incluiría el siguiente enunciado: la fuerza de atracción entre dos almas es directamente proporcional a la intensidad del sentimiento y al cuadrado de la distancia que las separa.

Es decir, que cuanto más se aleja, en contra de lo que ocurre con las masas, mayor es la tirantez de su tristeza, más alto el valor de su ingrávida gravidez, más doloroso para el cuerpo arrastrarla, más amargo su peso innumerable.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Así es, Antonio, porque, en definitiva, las almas quieren alejarse de todo lo que significa gravitación y peso. Aunque tengan que vivir extraviadas en el tiempo y el espacio, sometidas a sus cómputos y a sus distancias, porque el cuerpo se lo exige, lo suyo es otra cosa. Y, de ahí, su melancolía.

P.S.: ¡Me he permitido un desliz casi platónico!

Antonio Azuaga dijo...

¡Un perfecto y extraordinario "desliz" platónico, Julio!
¿No te arrepentirás, verdad?

Anónimo dijo...

Enunciar esta acertadísima Ley merece el Nobel de las matemáticas del sentimiento y la cátedra del corazón

Antonio Azuaga dijo...

Muchísimas gracias, Félix, por tan altas titulaciones, pero me temo que yo apenas alcanzo el parvulario de sus palpitaciones.

Anónimo dijo...

Pues no sé qué decirte...