miércoles, 13 de junio de 2007

Decálogo en la oscuridad


Soñarás sobre todas las cosas.

No pensarás la tierra sólo con la tierra.

Romperás los poemas de la nada.

Cultivarás la luz.

No te negarás.

No comerciarás con los sueños.

No tasarás la palabra ni la idea.

No llorarás en vano.

No confundirás al justo ni al que ama la esperanza.

Mentirás si es preciso, para salvar al hombre.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermoso y difícil de cumplir este Decálogo. El cuarto de sus mandamientos puede que resuma todos. Sobre el décimo, tengo mis dudas. No desde el punto de vista de la moral práctica (¿quién no mentiría para salvar a "un hombre"?), sino por el papel de la Verdad (¿se salva verdaderamente "el hombre" si no se salva la Verdad? ). Y mira que el quinto dice "no te negarás".

Anónimo dijo...

Sólo en desacuerdo con el quinto: todavía, siempre, hay que negarse a muchas cosas.
Y, antes de que acabe, felicidades en el día de tu patrón.
Besos.

Antonio Azuaga dijo...

Julio, entiendo las reticencias sobre el décimo, pero me refiero “al” hombre, no a “un” hombre. Cuando lo escribí, pensaba que, si un día llegase a la convicción de que no hay bien, ni justicia, ni belleza, o, más absolutamente, que no hay Dios ni sentido en nada; entonces debería mentir: el hombre es un animal bastante “bruto” cuando pierde el norte. Yo prefiero creer una mentira grandiosa a vivir una verdad podrida. Creo que es un imperativo moral (lo que “debe ser”); la verdad (lo que “es”), provisional casi siempre, es una alucinación lógica.

Antonio Azuaga dijo...

Amalia, tengo la culpa por escribir mal: debería haber puesto en cursiva el “te” o haber añadido “a ti mismo”. Lo que quería decir, y no digo bien, en el cuarto es que nunca debe uno negarse, borrarse, anularse… a sí mismo.
Y gracias. A ver si un día nos vemos en “Casa Mingo” tomando sidra con pollo asado.

Anónimo dijo...

Vaya con la oscuridad.
El primero y el octavo son difíciles de conjugar, porque "no está el mundo bien hecho, amigo mío", y todo cuanto sigue, palabra por palabra.

Antonio Azuaga dijo...

Precisamente porque no está bien hecho el mundo, el primer mandamiento desde la oscuridad es soñar por encima de todo; precisamente por la cantidad de dolor que hay fuera y dentro de cada cual, no se debe llorar sin razón, injustamente, por nimiedades. A mí me parece que sí conjugan, incluso se complementan.
En cualquier caso, esto es un prospecto en la “caverna”: la luz que hay que cultivar no está en ella, ni mucho menos.

Anónimo dijo...

Precisamente porque el sueño es sueño y las cosas del mundo son las cosas del mundo, y precisamente porque cuando se intentan cruzar saltan chispas, por ser la mezcla altamente inestable, estamos condenados a llorar y siempre en vano. Así lo veía yo. Incluso diría que soñar sobre todas las cosas no es un mandamiento, es otra condena: soñar y toparse con la realidad una y otra vez... y llorar y siempre en vano, y vuelta a empezar.
Pero entiendo también lo que dices.

PD.: Hace pensar ese "no te negarás". Por ejemplo que a veces, para llegar a cumplirlo, a no traicionarse se entiende, a ser quien se es, es posible que haya que pasar antes por un "te negarás" similar al que discurre bajo el más conocido de los Decálogos.

Saludos y encantada del descubrimiento.

Antonio Azuaga dijo...

Encantado yo, y agradecido porque hayas dedicado un tiempo a leer y responder a estas oscuridades.
Un decálogo no debe ser confuso y, me temo, éste lo es. Al escribir “en vano” no pensé en su primer significado de “inútilmente”, sino en el segundo de “sin necesidad, razón o justicia”. Es verdad que los sueños y las cosas, cuando se cruzan, son más peligrosos que las reacciones nucleares; pero sus encuentros controlados me siguen pareciendo morales, de felicidad posible. Don Quijote es todo un especialista en esta disciplina. De ahí lo de “no llorar en vano”. “Necesidad, razón o justicia” son referentes tan vigorosos que inmediatamente me harían ver que llorar por las cosas que me amenazan a mí es ocupación de nardo narcisista. Y si no quiero ser eso (ser “quien se es” es “ser quien se quiere ser”), no debo negarme a mí mismo. Llorar por uno no puede ser un imperativo, aunque sea una realidad.
Gracias otra vez.