miércoles, 27 de junio de 2007

Fin de curso

Se marcan claramente los tiempos: un principio, un final. Entre uno y otro, el párrafo –mejor, la estrofa– con igual arquitectura, con un cuerpo litúrgico, en el orden y la forma, que invariablemente se sucede semejante.

Pocos oficios del hombre tienen parámetros tan delimitados como los académicos. Puede que en eso resida su encanto; puede que en eso, su melancolía. Todas las ocupaciones tienen un inevitable sello anular, pero en la mayoría es ininterrumpido, o menos claramente interrumpido. En ellas, los años se suceden, se solapan, se superponen; no acaban de acabar y empiezan de nuevo (eso que llaman “vacaciones” no termina ni comienza nada, suspende un hábito simplemente); su retorno es monótono y constante; giran y giran en demencial progresión espiral, como los cumpleaños esos que nos dicen la vida al tiempo que nos la van quitando.

La vida académica, sin embargo, se aparta de la sucesión meramente cronológica. Tiene algo de creación y parusía, tiene un fin y un principio, un punto y aparte y otro párrafo, una puerta cerrada y otra que se abre. Y un amable dolor que da tiempo a pensarlo; y a mirar la vida agrupada en álbumes que un día cualquiera se descubren como un muestrario etiquetado en pares de años, como una colección de añoradas fotografías en paquetes de un alma multiplicada.

Un amable dolor que alegra y entristece porque nace y luego muere. Un amable dolor que no deja de doler nunca.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Aunque ese dolor sea amable, hay que tener cierta inclinación al sufrimiento para perseverar como tú haces, y con entusiasmo, en la vida académica. Enhorabuena por ello y por la entrada.

P.S.: La temporada de fútbol tiene también un principio y un fin. Por cierto, otra enhorabuena.

Antonio Azuaga dijo...

Gracias, Julio; pero conste que no soy “masoca” (lo digo por lo de la “inclinación al sufrimiento”).
Respecto al “otro” curso y la “otra” enhorabuena, reconocerás que este año “no nos habéis dado” los seis puntos habituales (tres allí y tres acá). ¿Qué pasa? ¿Es que nos abandonáis?

Anónimo dijo...

¿Y qué emoción habría tenido la cosa de daros esos puntos? Porque, este año, inclinación al sufrimiento sí que tuvisteis, y hasta el final, y bien que disfrutasteis con ello.