viernes, 22 de junio de 2007

El olvido y ...


Hay una edad en que morir es cuento,
leyenda, narración, ficción casi entusiasta
mientras uno se muere de mentira y de sueños
y piensa que el amor le salva del olvido.

Hay una edad hermosa en que lo más terrible
embellece palabras y parques melancólicos
con largas avenidas de acacias inviables
y párpados vencidos de querer sus insomnios.

Y hay una edad en la que no se duerme
mientras uno se va muriendo a trozos
entre versos que ya no dicen nada
y largas avenidas de acacias otoñales,
y párpados vencidos de un insomne cansancio.

Hay una edad en que el amor es algo
que te habrá de olvidar sin que morir te salve.

(noviembre 2006)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El amor nunca nos salva de nada, apenas nos sostiene. La salvación está en la palabra

Cada día
abrir una ventana,
colgar el corazón
de las acacias
y escuchar,
sin decir nada,
cómo late el mundo,
cómo pasa la sangre de la tierra,
desbordada, por los cauces inéditos
de otras lágrimas
ajenas a las nuestras,
cómo se llama
el hombre a nuestras puerta
con voz desesperada.

Cada día:
abrir una ventana,
abrir un corazón,
crear una palabra...

(Desde arterias del barro de Antonio Azuaga) ¿Recuerdas, amigo?

Antonio Azuaga dijo...

Al cabo, uno ni crea palabras ni abre ventanas, sólo repite desconciertos, de mayor o menor rango. Antes que las “Danzas de la muerte”, nos iguala la incertidumbre. Y mejor lo dejo, que no quiero ponerme “existencial”.
O tempora!... ¡Claro que me acuerdo! Treinta y seis o treinta y siete años se calzará el poemilla; cuando la vida venía a coincidir con las palabras (por mediocres que éstas fueran) y no con los hechos. O tempora!...
Gracias y un abrazo.