domingo, 9 de diciembre de 2007

Cotización al alza

El “espíritu” cotiza al alza. Vivimos días de mucho “espíritu”. Navideño, se entiende. Aún faltan dieciséis días y no sé cuántas veces he oído o leído sobre esta inflación de la “espiritualidad”. No tendría gran cosa en contra –salvo la cara de mercancía importada que presenta– si no fuera por las raras vecindades de que se acompaña en jugueterías y cinematógrafos. Demasiado heroecillo de escuela de brujería, demasiada brújula de baño de oro, demasiada tontería por doquier. En el fondo, abunda una sandia oscuridad.

Lo de menos son los “góticos”, aunque tengo anécdotas al respecto. Una alumna de corta luz, por ejemplo, que se me ha hecho de la especie. Días atrás me pedía permiso para poner en la clase un póster de Satán. Argumentaba la criatura que ya no estamos en el “franquismo” y que hay que respetar todas las creencias. Contundente razonamiento, al que yo respondí con escasa sensibilidad lógica porque le contesté que se dejase de majaderías y se aplicase en menesteres de mayor enjundia. Reconozco que, a pesar de mi traición a la coherencia deductiva, respiré con satisfacción: a juzgar por los soldados que recluta, este Satán “lo tiene crudo”, más crudo que apostar por el Levante como Campeón de Liga en la primavera de 2008. Pero eso fue en el primer momento, después temí otra cosa. Porque el problema no es que haya Satán o no. El verdadero problema es el horizonte de incautos, la corte de papagayos en que hemos venido a parar. ¿Me repito? Lo siento. Además no sirve para nada: lo de Goebbels también funciona al revés, porque una verdad repetida en el marco de una mentira instalada sólo lleva al sacrificio de la verdad

Así que el “espíritu” cotiza al alza, aunque, como en todas las cotizaciones, la mayoría de la gente ignore quiénes son los accionistas de esa empresa.

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