lunes, 3 de septiembre de 2007

Lo que sé del "síndrome"

Sé que es incómodo, molesto, gravoso si se quiere… Pero debe entonces acordarse uno de los otros dos tercios del mundo, donde el horizonte de cada día tiene sólo unos pocos cientos de metros, donde los paréntesis de la noche son unas breves horas de fatiga, de extenuación, de miedo incluso…

Sé que es indeseable, deprimente dicen… Pero debe uno acordarse de los ojos encarcelados de un anciano, esas miradas que sólo pueden ver una pared triste en su último refugio, un intervalo escaso de otros días previsibles, un dolor indefinido en su confuso pensamiento...

Sé que es noticia (¡bendito sea Dios!: ¡noticia!) que ocupa unos minutos preciosos en los telediarios, que recibe unos generosos renglones en la prensa, que rumia su desencanto en las antesalas de las consultas especializadas… Pero habría que acordarse de cuantos se conocen desahuciados, de aquellos cuya vida pone un diagnóstico en dramático entredicho...

Sé que volver al trabajo es un trastorno.

Sé que tiene un nombre técnico, síndrome, y un especificativo amorfo, posvacacional. Sé que en alguna parte de este blog yo dije que me parecía una sinvergonzonería.

Sé que, si de verdad ponemos en la memoria las tres tonterías que he dicho, es una inmoralidad. Más aún: debiera penarse decir que se padece, debiera sancionarse (económicamente, claro, que es, al parecer, lo único que duele) su publicidad.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Esas personas, aparte de todo, se suelen cansar más en vacaciones... Un remedio sería que se partieran en cuatro o en cinco períodos los treinta días y, quien siguiera teniendo "síndrome", que no tomara vacaciones, porque la salud es lo primero, ¿o no?

Antonio Azuaga dijo...

Cierto, cierto, amigo Julio. Coincido plenamente en el “tratamiento” de tan “terrible patología”. Es más, pensaba yo el otro día, desde los supuestos del epicureísmo (con el que sí coincido en este particular), que, si los placeres que provocan displacer en su consecuencia deben eludirse, debiérase privar de tal “penuria” a quienes tanto mal hallan en su consecuencia. Reconozco, no obstante, que tu “remedio” de dividir en períodos, es más científico y más respetuoso con el método experimental.

Anónimo dijo...

Para "síndrome" el que yo sufro con estas cosas. No nos importa admitir que somos una panda de niños mimados, y de paso, nos dejarnos engañar por esos "profesionales" que hacen de septiembre su agosto. De hecho, no creo que ellos sufran tal "síndrome" sabiendo el negocio que tienen.

Antonio Azuaga dijo...

Muchas gracias, Granada, por acercarte a este rincón. He tardado tanto en responder porque llevo un día… ¡liadísimo! Pero, nada de "depresivo", naturalmente.
Tienes razón: es todo un negocio. Y es que al mundo le falta un punto (o media docena de puntos) de sensatez, pero anda sobrado de ñoñería, pusilanimidad y narcisismo. La vida es resistencia, adaptación y esfuerzo; la decadencia, sin embargo, se enuncia por sus antónimos. La vida es generosidad; la decadencia, tacañería del alma. Necesitamos un buen pescozón.

Máster en nubes dijo...

Espero que tu imaginaria de esta noche se saldara bien y que no haya habido novedad. Y que hayas dormido bien al final.

Muy de acuerdo con esta observación tuya. Septiembre y los lunes tienen mala prensa, pero son la vida. Y hay quienes no tienen ni septiembres ni lunes, qué razón tienes.

Me gusta pensar que "tengo" (quiero y voy) a superar cosas. Este duro invierno, para empezar.

Me vine a vivir al campo la peor época del año y en el peor invierno que se recuerda en años.

Está siendo muy interesante todo esto.

Un beso y un abrazo más cálido hoy

Aurora

Antonio Azuaga dijo...

En efecto el relevo de la imaginaria se produjo sin novedad.

Desde luego no ha sido el mejor invierno para hacer un traslado de esas características. Pero también es apasionante encontrarse, como los buscadores de oro en Alaska, rodeada de hielo por todas partes, incluso por la que une a la ducha. ¡Sólo para naturalezas fuertes! Además, así no hay tiempo para deprimirse: con sobrevivir a las adversidades meteóricas ya tienes lo tuyo.

¡Que la fuerza (el calor en este caso) te acompañe!

Besos.