martes, 18 de septiembre de 2007

Leandro y la muerte, o el cuanto delirante


Ya sé que no estarás, ya sé que nunca
volveré a ver tu risa en esa línea
infranqueable lucir del horizonte
que me marca una noche ilimitada
desde relojes donde yo no existo.

Ya sé que no será lo no posible
posible alguna vez entre los hombres,
que tú no serás tú, ni yo tampoco,
que andaremos cruzando la mirada
por extrañas distancias, enemigos
sin no quererlo y no queriendo serlo.

Esta parte del ser se ha decidido
en oscuros azares subterráneos,
o tal vez a un millón de olvidos-luz
en el salto de un cuanto delirante,
tan cerca de la noche que no pudo
concluirse otro día entre nosotros.

No somos ya los mismos… ¡Qué mas da
si alguna vez lo fuimos cuando todo
era irreal aún! Allí quedaron
los besos, las caricias, las palabras
indecibles… Allí donde nosotros
ya no somos nosotros, sino aquéllos.


(febrero 2007)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Espléndido poema, Antonio.

Antonio Azuaga dijo...

Gracias, Julio. Por cierto, feliz Sevilla hoy: naturalmente la vieja Hispalis se te rendirá incondicionalmente.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

No es hoy. Es en octubre.

Antonio Azuaga dijo...

Vaya, esto me preocupa: o tengo problemas con la cronología o con la lectura.