domingo, 8 de julio de 2007

Un caballo y una espada

Quisiera disponer de un caballo y una espada. No se trata de esnobismo ni de exótico antojo, sino de una carencia existencial, culturalmente existencial. Me ha tocado en suerte una Edad que no es mía, un siglo que repugno y una Historia que sólo tangencialmente lame la sangre de unas nobles heridas que no tengo. Vivo un tiempo ruin y babosamente confortable que ha vuelto a crucificar a Dios en un par de ideológicos maderos, dolosamente libertarios. No hay centinela ya, ni imaginaria, ni vigilia dignas. Todo es festivamente jocoso y degradado: los niños no juegan, no sueñan los jóvenes, los viejos no piensan... El solo poder que se anhela es el triste poder de poder no hacer nada.

Necesito un caballo y una espada: no sé dónde, pero aún el Santo Grial me está aguardando.

(Consideraciones, 1997)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo malo es que esta Edad sí es (la) tuya. Si no lo fuera, no anhelarías otra.

Antonio Azuaga dijo...

Tan mía es esta Edad como Cartago tu tierra.