sábado, 14 de julio de 2007

La vida y el amor

La vida es conquista de intimidades, delimitación de mundos propios. Desde el momento en que irrumpe el primer insignificante microorganismo se alza una muralla entre dos reinos: uno interior y activo, otro pasivo y exterior. A partir de aquí, aparece el combate. “La guerra es padre de todas las cosas”, decía Heráclito. La vida es un belicoso empeño por mantener a salvo sus fronteras. Dicen los que de esto saben que vivir es empeñarse contra la entropía, estar en vilo siempre porque los niveles energéticos propios den la talla adecuada. A eso llaman metabolismo.

La vida es conquista de intimidades. Poco a poco va ampliando territorios. Empieza transformando la pasividad externa en actividad propia. Sigue después convirtiendo esa amorfia exterior en información eficaz. Culmina más tarde trastornando el rigor determinista del mundo ajeno en la afirmación divina de la voluntad. Y así llega el hombre, la libertad y la palabra, y esa generosidad congénita de admirar a su enemigo, de dar razón a su grandiosidad, de prestarle su intimidad para proporcionarle un sentido. Aunque, al cabo, su destino es trágico, aunque al final esa informe exterioridad la destruye, aunque después de todo viene la muerte. Pero la vida tiene un silente aliado porque, si ella es conquista de intimidades, el amor es su colonización.

Por eso el amor siempre nos salva.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Amor más fuerte que la muerte.

Antonio Azuaga dijo...

Y “constante más allá de la muerte”, que diría Don Francisco; aunque, en este caso, no me refiera yo al amor del enamorado, sino al amor que deja un descarado desafío desde la contumacia de la vida por seguir siendo vida, al amor que deja en el hijo la empresa de seguir manteniendo a salvo las fronteras interiores frente al inerte, determinista y entrópico asedio del enemigo exterior, es decir, el mundo de lo no vivo.

Máster en nubes dijo...

"La vida es un belicoso empeño por mantener a salvo sus fronteras"

Y lo que cuesta, Antonio, a veces.

Gracias por recordar que vivir es batallar.

Aunque a veces una quisiera bajar la guardia un poco. No sé si por dentro o por fuera. Estoy tan cansada.

Un beso y un abrazo, reparte tú como te parezca (el beso a ti, el abrazo a tu padre o al revés ;-)

Aurora

Antonio Azuaga dijo...

No se puede bajar la guardia, hay que nombrar centinelas para el descanso... O servicios de imaginaria.

Gracias y besos.