martes, 3 de julio de 2007

La ley fundamental

La entropía, esa palabra que ingenió la ciencia para designar al diablo, es la ley fundamental: sólo ella toma verdadera posesión de todo, sólo ella impone el trágico destino de la nada a la desesperada oposición de fuerzas con que el universo de los físicos quiere mantenerse en el ser. La vida, sin embargo, precisa del desequilibrio aparente, de la tensión del arco heraclitiano. Donde no hay fuerzas en litigio, sistemas energéticos en recíproco mercado, sólo queda la silueta estéril de la muerte. Por eso la vida es, radical aunque afortunadamente, una injusticia: la justicia es la entropía, la igualación de todos los sistemas. Una sociedad sin fuerzas, sin tensiones por doquier, es una sociedad entrópica, un espectro melancólico, una nada.

La misma ecuación se puede aplicar a cada uno de los seres humanos.


(Consideraciones, 1997)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Espléndida metáfora, Antonio, y espléndido el nocturno de ayer.

Anónimo dijo...

"Se las da Ud., de cínico y es el hombre más sentimental del mundo. Basta con mirarle."

Antonio Azuaga dijo...

Gracias, Julio; gracias, Félix. Perdonad que no separe la respuesta que merece vuestro aliento. Tengo una noche triste; no es grandiosa como la de Cortés, pero es triste: cosas de blandir razones de mis años con sinrazones de “veintipocos”, muy pocos, que han heredado una total descolonización de la racionalidad. No os aburro. Vivir, a pesar del esfuerzo antientrópico, no debiera alargarse mucho más de cuarenta años.
Un abrazo a los dos.