miércoles, 21 de febrero de 2007

El olvido del silencio

En estas horas altas, las ciudades se llenan de ruidos insufribles. Somos unos animales molestos y ruidosos. Como especie natural, habríamos tenido un futuro escaso, algo así como un parpadeo genético. Pero somos (eso dicen), una especie cultural; es decir, somos bastante más lo que “hacemos de nosotros” que lo que “nos hace” ese designio oculto de que se nutre el resto de los seres. Por eso damos tanta importancia a la educación. Claro que por lo mismo nos definimos como libres. Vamos, que educación y libertad van tan de la mano, que la una sin la otra son una soberana sandez.

Se habla últimamente muy poco de libertad (de educación se habla mucho, pero no se dice casi nada). No así, de libertades. Yo creo que esto es otra enfermedad de nuestro tiempo. Curiosamente la psicopatía más intratable de nuestra era es de índole aritmética: somos pacientes de la divisibilidad de lo otrora indivisible. No hay “libertad”, sino “libertades”; no hay “filosofía”, sino “filosofías”; no hay “civilización”, sino “civilizaciones”; no hay “amor”, sino “amores” (o “amoríos”, que es peor)… ¡No hay universo, hay multi-verso! (otra vez me ha salido Everett y el maldito gato) La pregunta es: ¿seremos capaces de soportar tan desmesurada dispersión de todo?

No lo sé. De lo que sí estoy seguro, muy seguro, es de no soportar el escándalo que arma este mono vertical y ruidoso que es el hombre. Al atardecer y a cualquier hora. Me siento más cerca del silente depredador o de su callada víctima, que de los estruendosos chimpancés alopécicos que a esta hora pasan por mi calle.

Debo de ser un animal.

2 comentarios:

julio martínez mesanza dijo...

Además, “libertades” siempre me ha sonado muy mal. Es una suma de “me tomo la libertad de…”, “reclamo la libertad de…”, etc. Y toda suma es divisible a posteriori; aunque todas esas “libertades” juntas no den como resultado “libertad”. A veces, la divisibilidad de lo indivisible; otras, la proliferación, como en el caso de los “derechos”. Siempre, la erosión del sentido recto, la confusión interesada.

Anónimo dijo...

Nuca me he aburrido contigo, siempre he aprendido mucho y no voy a dejar de hacerlo a estas alturas, ¿verdad? Gracias también por esto, por tu lucidez y por invitarme a tus atardeceres. Besos.
Amalia