miércoles, 5 de marzo de 2008

Laberinto de...

Pues ya está: son mis trescientas, mi laberinto de confusiones, o de confesiones si se prefiere. Se trataba de dar voz a estos pequeños agobios que con los años dificultan la respiración, de abrir la ventana porque el cuarto del alma olía a cerrado. Eso ha sido todo, pretensión de tomar aire. O de seguir el juego de inventarme que interrumpí tras la infancia. Llevo un año jugando con un gato que me arrimó a sus fantasías cuánticas, con un peculiar Mr. Hyde que saltaba por mis sótanos y con un entrañable “caballero” que, al cabo, es al que más he llegado a querer. Y palabras, palabras, palabras, con esa cuota creciente de sombras que llevo dentro. Y con vosotros, entrañables visitadores, que, a veces, adornasteis mis entradas con destellos lejanos, como de estrella que envía un signo de racionalidad remota a la vigilia permanente de un viejo radiotelescopio. Era como saber que había alguien ahí fuera, buena gente dispuesta a acompañar, a consentir la dosis diaria de un ensimismamiento ajeno.

No sé si quiero volver. Probablemente sí, pero no estoy seguro. De momento, confieso mi cansancio. Me daré un tiempo, unos días, unas semanas… Unos meses, sería demasiado. En cualquier caso, debería cambiar algunas cosas. Muchas probablemente. Veré si soy capaz.

El caballero inactual también ha querido despedirse. Se ha empapado la garganta con tres copas de un jerez oloroso, que guardo para “las ocasiones”, y me ha cantado estas soleares con voz turbia:

De memoria estoy viviendo,
de ya saberme la vida
de memoria, y en silencio

para que no se me note
que no hago por no pensarla
cuando es de noche la noche.

¡Y el día, allí en la memoria,
cargándome las espaldas
de confusiones y sombras!

De memoria y carrerilla,
como si fuera la tabla
de confesión de la vida.

O la lista innumerable
de soles sin mediodía
que fue nublando la tarde.

O la lección no posible,
que nunca estuvo en un libro,
para aprender a morirse.

De memoria estoy viviendo.
O quizá, sin darme cuenta,
de vivir me estoy muriendo.


A vosotros, de verdad, gracias.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Te echaré de menos en tus días de descanso. Un abrazo desde la incertidumbre que me ocasiona Correos y sus envíos que vienen y van. Un abrazo, Antonio de Mena.

Antonio Azuaga dijo...

Gracias, Diego.

Anónimo dijo...

Yo, que casi siempre he estado en silencio, voy a llevar mal este nuevo silencio tuyo.

Antonio Azuaga dijo...

Gracias, Amalia. ¡A ver si me da otra vena!
Besos a todas.

samsa777 dijo...

Vaya, ahora que vuelvo yo, te vas tú... ¿Y tienen que ser tres de trescientos...? ¿No podrías hacer seis de trescientos o, al menos, cuatro de trescientos? Venga, no te hagas de rogar, hombre...

Un abrazo,

Francisco

Anónimo dijo...

¡Qué manías matemáticas, Antonio! No tardes.

Anónimo dijo...

¡Pero si me he puesto hasta tristona! A quién se le ocurre hacer pactos con los números, si eso es cosa de brujas y bribones, te lo digo yo que vivo entre facturas. Los números se inventaron para poder seguir contando. Juan de Mena no se va a enterar. Descansa de gatos encerrados (con los que uno nunca sabe) y olvida a Mr. Hyde, que no existe. Pero el caballero… ojalá sonría.
A pesar de que llegué muy tarde, ha sido un placer, Antonio, aprender de un hombre tan amable.
Betty B.

Antonio Azuaga dijo...

Siempre tan amable, Francisco. Demasiados cientos dices. ¡Demasiados! Pero gracias por decirlos.
Un abrazo.

Antonio Azuaga dijo...

No son manías matemáticas, Julio, sino estética perceptiva: veía feo eso de 100, 100 y 84, o 92, o 101. Al igual que hay días de más, también puede haber palabras de más. Y no me gusta esto.
Gracias desde el principio. Un abrazo.

Antonio Azuaga dijo...

El placer, Betty B., ha sido poder debatir contigo, pero no creo que hayas podido aprender mucho. Aunque te agradezco que lo digas: a fin de cuentas, trabajo en eso.
Por cierto, “el caballero”, que está sentado a mi lado, acaba de esbozar una sonrisa, me dice que te la mereces.
Gracias por el tiempo que me has dedicado.

Anónimo dijo...

Sólo para iniciados:

No sé que habremos hecho para merecer estos desplantes...aunque invertir corazón siempre renta soledades. Y un leve sinsabor en la pantalla cuando es la hora del prodigio en punto... Este olmo portentoso y su asamblea de pájaros invisibles ¿Dónde cantan los pájaros que cantan?
Un anciano revolvía las papeleras del parque y lloraba mansamente: -Un niño he perdido, un niño con quien no podré encontrarme...Cada día abrir una ventana, abrir un corazón con una palabra: Parole, parole, soltanto parole. Pero... ¡qué parole! Una intención de altura. Por eso nos confunde oír en otros lo que nosotros quisimos decir. Por eso entender es tan común y comprender tan raro.
¿Dónde se habrá metido el alma a que estamos acostumbrados? Esa tentación de la numerología es una pitagórica debilidad. Y es un día como todos los días...Aunque dolorosamente vacío.

En fin... Aterricé por aquí acabando octubre: hablabas de las manos y me quedé pegada. Muchas gracias, Antonio, eres un maestro (dice bien tu amigo "democos"), y de ésos hay pocos. Disfruta de tu retiro, mira mucho, y cuéntanos algo de vez en cuando. Será una gran alegría.

Antonio Azuaga dijo...

Muchísimas gracias, Pasabaxaquí, te había echado de menos. Nunca imaginé un “collage” así, nunca una lectura tan cariñosa. Tanto, que me has hecho pensar que no debo dejarme vencer por el silencio. Intentaré que no sea muy largo.
Un beso… si me permites.

samsa777 dijo...

No es por presionar, pero... vuelve, hombre... que a los pitagóricos no les fue nunca del todo bien, ya sabes... jajajja

Abrazos,

Francisco

Antonio Azuaga dijo...

De verdad, Francisco, que no pretendía hacerme de rogar… ¡De verdad! Dentro de cualquiera pasan muchas cosas. Unas veces hay que mirarlas, otras decirlas, otras padecerlas… ¡Otras, olvidarlas! Estoy intentando “formatearme el disco duro”: tengo dos o tres sectores “dañados” que, por cabezonería (no sé si por pitagorismo) han aguantado hasta aquí. Supongo que lo resolveré. De momento me “entretengo” leyendo “genialidades” en exámenes. Por ejemplo, una recentísima hablando de Tomás de Aquino (la ortografía es la original): “Entro en la universidad de Napoles donde estudio y fue nombrado santo”... ¡Segundo de Bachillerato con un pie en tu Universidad! ¿Siguen existiendo nombramientos o titulaciones de tan alto alcance? Avísame: puede que me interese.
Sin embargo, hay gente generosísima por estos pagos que me ha llamado “maestro”…
A:\ format C:
…Y otras cosas que "debo" formatear.
Un abrazo.

ángel dijo...

Gracias, Antonio, por estos versos, estas soleares bien temperadas por el sabor del jerez y, sobre todo, por el buen hacer poético que se reconce desde la primera línea de este canto.

Y gracias también por tu visita y comentario que me dejaste en uno de mis dos espacios, ya tuyos.

Confío en que tu retiro ¿espiritual? sea los suficientemente breve para volver a leerte pronto.


saludos....

Antonio Azuaga dijo...

Gracias a ti, angel, por tus amables palabras.
Un saludo.